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Estudio científico del mes

El dolor crónico de cuello empeora por sí mismo el control del equilibrio.

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En condiciones normales, cuando se realizan movimientos que desplazan el centro de gravedad, algunos músculos (especialmente abdominales y de la espalda) se contraen de manera automática y coordinada para mantener el equilibrio. Un reciente estudio ha analizado si la existencia de dolor crónico de cuello se asocia a alguna alteración de esos mecanismos o a su eficacia para evitar la pérdida de equilibrio.

Concretamente, ha analizado los ajustes en la tensión de distintos grupos musculares que se producen para mantener el equilibrio al hacer movimientos con los brazos, y el grado de balanceo del cuerpo durante el movimiento (que refleja si esos ajustes fueron o no suficientes para compensar el desplazamiento del centro de gravedad durante el movimiento), comparándolos entre dos grupos de sujetos. Ninguno de los sujetos tenía enfermedades que pudieran afectar a su equilibrio (como enfermedades neurológicas o del oído interno). El primer grupo estaba constituido por sujetos sin dolor cervical. El segundo, por pacientes de la misma edad que padecían dolor cervical desde hacía como mínimo 6 meses y con una intensidad de como mínimo 3 puntos (en una escala en la que 0 corresponde a "ausencia de dolor" y 10 a "el dolor más intenso que podían imaginar").

Se pidió a los sujetos que repitieran los movimientos con los ojos abiertos y con los ojos cerrados, y antes y después de que realizaran unos ejercicios diseñados para agotar la musculatura flexora del cuello.

Los resultados demuestran que el dolor cervical crónico se asocia a alteraciones de los mecanismos automáticos de control del equilibrio, que reducen su eficacia. De hecho, entre los pacientes con dolor cervical fue mayor el balanceo corporal y se comprobaron diferencias en los ajustes realizados en la tensión de los distintos grupos musculares. En general, la estabilidad empeoró con los ojos cerrados y después de haber agotado la musculatura flexora del cuello, aunque se hallaron diferencias en todas las circunstancias entre los sujetos con y sin dolor cervical.

Este estudio aporta pruebas adicionales que confirman que el dolor cervical puede, por sí mismo, alterar el control del equilibrio y causar la sensación de inestabilidad que a veces lo acompaña (y que los pacientes suelen describir como "mareo" o "sensación de ir en barco").

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Antiguamente se creía que las dolencias cervicales podían alterar el equilibrio sólo cuando "algo" (como una hernia discal o la deformación del hueso por artrosis) comprimía una raíz nerviosa, una arteria, o las fibras nerviosas situadas alrededor de las arterias. De hecho, está demostrado que, en circunstancias muy concretas, eso puede suceder, y algunas deformaciones óseas pueden comprimir estructuras nerviosas o arteriales de manera que, en ciertos movimientos, causan vértigos intensos o caídas (sin pérdida de conocimiento) por pérdida súbita (y transitoria) de la fuerza en las piernas. Sin embargo, esas circunstancias son excepcionales y afectan a un porcentaje ínfimo de pacientes con dolencias cervicales.

Este estudio se suma a las pruebas científicas aparecidas en los últimos años que demuestran que el dolor y la contractura de la musculatura cervical puedan causar por sí mismas mareo e inestabilidad (no caídas ni vértigos, pero sí mareo e inestabilidad), sin que sea necesario que además exista compresión o irritación nerviosa o vascular.

Además, estos resultados refuerzan el fundamento teórico para añadir programas de ejercicio físico que restauren el funcionamiento normal de la coordinación muscular en los pacientes con dolor cervical crónico.

 

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